
Como mis pensamientos nos son lineales, sino que se entrecruzan entre miles de otras ideas que se me ocurren para contarles, al pensar en “vasos llenos” no puedo dejar de imaginar cómo pasará este fin de año alguien reconocido, millonario, que sabe que tiene todo lo que supuestamente desea en esta vida. Realmente me cuesta pensar que para esas personas no sea un día más, una fiesta más. Creo que lo popular llena estas fiestas culturales de rituales, que si los hace otro por vos, pierden la gracia. Por ejemplo: no es lo mismo no llegar a peinarte por preparar a mayonesa del vittel thoné, a que te preparen la comida y llegues todo perfumado a sentarte a la mesa dónde no tenés ni la menor idea de cómo están hechas las cosas; tampoco debe ser lo mismo prender algún tipo de pirotecnia, con el miedo de perder un ojo en el intento, a diferencia de sentarte en tu sillita en tu parque a observar los fuego que contrataste…
Creo que no es necesario seguir, como tampoco seguir indagando las claras diferencias entre las fiestas de distintos estratos sociales. Pero me resulta interesante retomar el hecho de mirar el lado del vaso vacío o el vaso lleno; miremos donde miremos, lo importante es tener qué cambiar, pensar proyectos, decidir dónde invertiremos nuestras energías. Creo que si el año que pasó es bueno o malo no importa y es algo muy abstracto, lo importante sería reconocer qué fue lo que hicimos nosotros éste año para crecer, para cumplir nuestros sueños o ambiciones, cuándo nos equivocamos y que ello nos lleve a cargar pilas para que en el 2011 podamos aunque sea sumarle unas gotitas más al lado lleno.