lunes, 15 de noviembre de 2010

Experiencia de una censista voluntaria

Como muchos de los censistas, yo decidí anotarme por mi voluntad y no me obligaron a realizarlo. A diferencia con censos anteriores la remuneración era mejor; $250 en comparación con el censo del 2001 que se pagaron $50 pesos. Además del dinero, me interesaba ser parte de toda esta gran movilización para contabilizar tanto personas como viviendas de nuestro país.
Previo al 27 de octubre, los futuros censitas debíamos concurrir a una capacitación que se dictaba en las escuelas. Allí nos explicaron cómo llenar el formulario correctamente, cómo manejarnos por la calle y la manera de realizar bien las preguntas.
El censo tenía dos tipos de cuestionarios para realizar, el Básico y el Ampliado, llamados cuestionario B y A. El básico contaba con 19 preguntas para la vivienda en general y 16 preguntas para cada persona; a diferencia que el ampliado tenía 28 personas por hogar y 39 para las personas.
Cada manzana contaba con aproximadamente 15 censitas de cuestionario B, cuatro censistas de cuestionario A y un responsable, llamado Jefe de Radio, que se encargaba de ayudar y resolver todos los problemas que los censistas tuvieran.
El día del censo, debía estar a las 7 de la mañana en la escuela para comenzar mi actividad. Para sorpresa de muchos censistas, el subte no funcionaba y los colectivos tenía muy poca frecuencia. La calle estaba totalmente vacía, los negocios debidamente cerrados y sólo se veía a algunos porteros limpiando las veredas.
Una vez en el colegio, me dieron todas las planillas, una bolsa para llevar todo, lápiz, goma, saca puntas y la credencial del censista. Con un poco de miedo, ya que me habían dicho que mucha gente pensaba no responder, me dirigí hacia el edificio que me había asignado.
Luis, el portero del edificio, me estaba esperando en la puerta y me recibió con mucha amabilidad. Ya me habían avisado, que el Gremio de Porteros había arreglado con el INDEC, para que nos ayudaran y todos los vecinos se sientan más confiados. Nos presentamos y me explicó: “Yo decidí que en vez que subas, la gente vaya a ir bajando y te conteste”, me mostró la mesa y el banco donde debía esperar. Luis se encargaba de tocar los timbres, piso por pis, y avisar amablemente cuando era el turno de cada uno.
Me tocaron encuestan a 25 viviendas, de las cuales en 11 las personas no se encontraban y habían avisado que se censarían en otro lado, y una sola se encontraba en alquiler. Esto hizo que me actividad termine más temprano de lo que se esperaba.
Todos los que se encontraban en sus viviendas bajaron al hall del edificio y me respondieron amablemente, aunque muchos se quejaron por la hora, ya que se encontraban durmiendo. Todos los jubilados y pensionados se sorprendieron al ver que no había ningún casillero en el cual pudieran especificar su condición. Algunos vecinos se quejaron sobre las preguntas relacionadas al trabajo, me decían: “¿Si trabajé una hora? Anotà que trabajé miles.”
En un momento el portero comenzó a hablar por teléfono mientras yo encuestaba a una señora, y dijo: “¿Cómo que se murió?”. Yo pensé que era algún familiar, pero luego se acercó que informó que era Nestor Kichner. Luis, era de calafate y estaba bastante triste y no sabía si debíamos continuar con el censo. Yo decidí continuar con mi actividad, mientras escuchábamos la radio en el hall del edificio.
Muchos vecinos al finalizar las preguntas se compadecía de mi, o me decían “que te sea leve”, cuando realmente yo no estaba sufriendo, ni me parecía una actividad con mayores complicaciones. Además el portero, para hacer más llevadera mi jornada, me trajo galletitas y agua. Por otro lado, dos señoras mayores, me bajaron un café con scons en una bandeja.
Había pensado que censar me llevaría más tiempo, pero para las doce del mediodía ya había finalizado mi actividad en la calle y debía volver al colegio para completar las planillas, ordenar la información y entregar todos los materiales.
Para las dos de la tarde, la mitad de los censistas de mi manzana había finalizado su actividad; algunos habían tenido inconvenientes con personas que no habían querido realizar responder a su llamado, pero eran muy pocos.

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